Prisionera de los cuentos de príncipes azules
Los primeros cantos de pájaros, los rayos de sol de
primavera me calientan la cara mientras me descubro mujer prisionera;
prisionera de los cuento de hadas, de príncipes azules, y de princesas que me
contaron de niña; de las novelas de amor perfecto, de romanticismo eterno; de
las historias eróticas de pasión desenfrenada. Prisionera de mi misma, de una búsqueda
de la felicidad en lugares ajenos cuando tan solo se halla dentro de ti;
prisionera de la dependencia de la figura de la idea de hombre que te acogerá
entre sus brazos.
Poco a poco la idea de mujer libre va haciendo mella,
haciendo turismo por los rincones de mi pasado voy descubriendo que los
momentos más felices de mi vida no fueron aquellos en los que pasé las noches
enredadas con otro cuerpo sino aquellos en los que me sentí exhausta tras días
repletos de actividad, de pensamiento, de reflexión colectiva, de activismo, de
política.
Bonitos paseos por la mente que me hacen re descubrir la
ciudad en buena compañía; la grata experiencia de co-construirte cada día; el
inmenso placer de las tardes de lectura al sol en calma conmigo misma.
¿Por qué he de buscar un príncipe azul si soy republicana?